miércoles, 12 de junio de 2019

25 AÑOS NO ES NADA


Llevo 25 años trabajando. 
Al oírlo parece mucho tiempo, y a la vez, lo prometo, no es tanto. 

Soy afortunada porque para mí, mi trabajo, trabajar con personas con discapacidad intelectual, lo vivo y lo siento como una vocación. Y por ello, después de 25 años, puedo decir que tengo la misma ilusión y pasión que cuando comencé un septiembre de 1993.



En 25 años he vivido un poco de todo..., se han dado de la mano momentos alegres y momentos complicados, aciertos y equivocaciones, éxito y fracaso, valoración y no reconocimiento. 

De los errores aprendí la importancia de pedir perdón. 
Con las incomprensiones y fracasos, sufrí, pero me sirvieron para ser consciente y mejorar. También me hicieron más fuerte.

En esta casa, de la Villa San José, he aprendido, construido, crecido. 

He aprendido que hacer bien el trabajo, implica poner una gran parte de lo que soy , y creer, con sinceridad, en la persona que tengo delante. 
Muchos esfuerzos compensados con una sonrisa, un abrazo, la satisfacción de los chicos. 
Todo un reto, empeño e impulso es el estar atenta para saber acompañar en sus procesos, en su vida, en su rutina, en lo que expresan sus enfados, gestos, silencios, frases inacabadas, en sus arrebatos..., me hace comprender en la necesidad de aprender a mirar con el alma que es lo que se esconde dentro de cada ser humano. 

Valoro las sinergias de compañeros que nos ayudan a creer y construir que es posible. Que la diferencia enriquece, amplia, impulsa, suma, cuando nuestra mirada esta enfocada en los chicos. 

Después de 25 años sigo sabiendo que tengo mucho que aprender, mucho que crecer. Mi trabajo me ayuda a ser mejor, a descubrir lo que aún queda por hacer en mí, a hacer sólidas mis fortalezas, a aceptar y ser consecuente con lo que no puedo llegar, a saber que, ahora, también tengo algo que aportar. 

Sigo caminando... 
                      
          ALMA ARCONADA 


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