Ha pasado un mes y medio desde que mi padre emprendiera su último viaje.
Siento nostalgia por su ausencia, le echo de menos. También tengo gratitud por su vida, una vida cargada de fe y fuerza.
Para mi padre era importante llevar el volante de su vida. Como no puede ser de otra manera también lo hizo en su último viaje. Hasta el punto que estando en el hospital, unos días antes de fallecer me dice: Alma ¿ qué vas a decir en mi funeral?, porque me diréis cosas que ya no podré oír, y yo quiero enterarme ahora.
Así que le pregunté: ¿qué te gustaría que dijese?. Y me dijo, pues quisiera que contaras esas cosas que en la vida he aprendido que son importantes.
Así que os voy a contar algunas de esas cosas, porque él ya no tenía fuerzas en ese momento ni para susurrarmelas. Pero no hacía falta, las habíamos hablado tantas veces, se lo escuchaba cuando hablaba con Sara y Lucia, como quien revela un gran tesoro.
Os expongo alguna:
En el camión de Vidal , no había radio, la banda sonora era el rosario.
Hablaba con pasión de los cursillos de cristiandad, y de la adoración nocturna, los grupos a los que él pertenecía. Guardo su primer libro de cursillos de cristiandad. Un libro de oraciones totalmente desgastado del uso.
Él nos decía: que la fe le daba una mirada diferente, le daba sentido a su vida, le hacía estar atento a los demás e intentar ayudar. Porque cuando sientes a Dios contigo tienes paz y eso es lo más grande.
En los viajes de norte a sur por España, tuvo que tratar con muchas personas, aprendió a ser natural, espontáneo y también sacaba el genio. Tenía temperamento, más aprendió a lo largo de la vida a ser más amable, buen conversador de historias y anécdotas.
En esta última etapa, era muy agradecido, cada gesto que hacías para él, cuando te despedías decía: “gracias, gracias por lo que haces por mi”.
Era un hombre responsable y honesto, le gustaba hacer bien lo que tenía que hacer.
Fue siempre metódico, disciplinado, a veces hasta obsesivo, pero eso le permitió cuidar su camión , su cuerpo, su oración, su independencia. Que unido a su gran fortaleza le ayudó a afrontar la vida con coraje, con resiliencia, y aunque se mostraba firme sabía adaptarse a las circunstancias y ser flexible.
Me acuerdo que me decía en ocasiones: “ ¿Crees que se acordará mamá de mí?, estará tan feliz allá arriba con el Padre Bueno que a lo mejor se ha olvidado de mí. ¿Crees que me espera?, nadie ha venido de allí para contárnoslo…
Si papá, te imagino de la mano de tu amor, de la mano de Dorita. Creo que los padres siempre cuidaréis, cuidaremos, de los hijos, los nietos, de los nuestros. Porqué el amor es eterno.
Y desde allí nos seguirás diciendo con ese gesto tan tuyo: venga - valiente, sos quiero.
Descansad papá, mamá en el regazo del Padre Bueno. Os quiero.
Alma Arconada