Me asusta un poco la rapidez con la que pasa la vida.
Voy sumando años —bien vividos—, pero pasa tan deprisa…
Espero que a Juan se le hayan pasado tan rápido y tan gratos como a mí.
No pude celebrarlo cuando hicimos 25, pero nunca es tarde para hacerlo.
Sobre todo, para tomar conciencia de lo vivido y sentir mucha, mucha gratitud.
En 26 años da tiempo para todo:
para los momentos luminosos y los que dolieron,
para las risas y los silencios,
para los días de duda y los de certeza,
para los sueños cumplidos y los que siguen en camino.
Me he preguntado cuál es el “truco” —ese tip que parece que todos buscan— para seguir juntos.
Y, sinceramente, no lo sé.
Creo que la vida en pareja es un valor,
un valor guardado en una bella y frágil vasija de cristal,
tan fácil de resquebrajarse…
Quizá no haya fórmulas.
Solo pequeños gestos cotidianos, silencios compartidos,
perdones que llegan sin ruido,
cultivar juntos momentos de unión,
trabajo personal,
y la decisión —una y otra vez— de volver a elegirnos.
Hoy, además de celebrar, quiero parar.
Mirar atrás con gratitud.
Y mirar a mi lado, con ternura.
Porque, después de todo, seguir caminando juntos… ya es motivo suficiente para celebrar.
Alma Arconada

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