De
vez en cuando, la vida tiene esos caprichos, y te deja quieta, con poco posibilidad de movimiento y te apea de tu vida activa, de la rutina cotidiana. Te para...
Y
al parar, si estás atenta, comienzas a escuchar, y la escucha
cuestiona...
En
la escucha: ruidos…
Ruidos
de dentro, ruidos de fuera, estridentes, melódicos, ruidos que desgastan,
ruidos que molestan, ruidos que acompañan, ruidos que agradan ruidos, ruidos
que distraen, ruidos que alegran, ruidos hecho palabras, y palabras que son
ruido.
Estos
días he sido más consciente, que, en ocasiones, cuando hablamos comunicamos
mucho ruido. Y esa comunicación profunda, la del alma, la de la vida se da poco
y con personas seleccionadas.
Y
cuando queremos comunicar algo, algo hondo, autentico, las palabras, el ruido, desaparecen, y recurrimos a un mensaje escrito, a un WhatsApp, para expresarlo y comunicarlo
mejor, y si estamos de frente a la persona, para comunicar esa profundidad, brota casi espontáneo, a
un abrazo intenso, un apretón de manos, un beso, pero pocas palabras, no hay
ruido...
Si, escuchar es mucho más que lo que percibimos con los oídos...
Y
cuando los ruidos se callan, aparece el silencio. Y entonces en el silencio, me encuentro...
ALMA ARCONADA
ALMA ARCONADA
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