Siempre he pensado que lo que en la vida no aprendes,
vuelve, vuelve y vuelve,
hasta que lo atiendes para poder avanzar.
Pero hoy, en la memoria de la piel,
hace que mire, que recuerde, heridas pasadas...
Cicatrices que están cerradas.
Fueron postilla. Ya no sangran.
Están curadas. Ya no hacen llorar, no duelen.
Cicatrizaron y sanaron con cuidados,
con esfuerzo.
Y dejan su huella, su surco, su marca.
En mis cicatrices hay dignidad, satisfacción,
porque el tiempo
que han tardado en formarse,
lo viví y tomé
como una ventana de aprendizaje y superación.
Y aprendí a sanar, perdonando.
Y aprendí a regenerarme, aceptando.
Y aprendí reconstruir, fortaleciendo.
Y aprendí a cambiar, cambiando.
Esas cicatrices emocionales hablan de mí,
de lo que soy,
de mis fortalezas y mis límites.
Mis cicatrices me recuerdan que soy fuerte y frágil a la vez.
Y me colocan en actitud de seguir en camino,
creciendo, aprendiendo, sanado...
En el silencio de la noche,
ad-miro mis cicatrices...
ALMA ARCONADA
Muy bonito y muy cierto
ResponderEliminarGracias Jose me alegro te guste...
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